Reaparece en Chile pesca ilegal de aleta de tiburón
12 abril 2016 La semana pasada un barco peruano fue detenido por pescar tiburones ilegalmente a 166 kilómetros de la costa de Tongoy, Región de Coquimbo. En la embarcación se encontraron un total de dos mil 694 kilos del animal.

En las bodegas de la nave había 62 ejemplares de la especie mako y 212 del tipo azulejos. Además de siete aletas de tiburón, una infracción a la ley que prohíbe el finning o aleteo en Chile, desde 2011.

Los últimos casos de aleteo detectados en el país datan del año 2014, según informó Jorge Toro Da Ponte, subdirector de pesquerías del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) a La Tercera. Ese año se realizaron ocho incautaciones, cinco en la región de Coquimbo, dos en la del Biobío y una en Valparaíso.

Sin embargo, es complejo definir a qué especies corresponden las aletas, porque se cortan y el resto del animal se devuelve al mar, provocándoles la muerte. Pese a esto, se estima que son del tipo marrajo dentudo o mako.

En 2015 no se detectaron casos, y el más reciente es el de Tongoy, cuyos infractores arriesgan multas que van entre las 50 y 500 UTM, es decir, un máximo de 22 millones 700 mil pesos.

“Los precios de las aletas de tiburón son excesivamente elevados y los cuerpos, en cambio, tienen bajo valor. Por ello los pescadores comúnmente cortan las aletas -que representan sólo un 5% del peso del cuerpo del animal- y botan los cuerpos al mar, pues así procuran dejar espacio en las bodegas de los barcos pesqueros para almacenar especies de mayor valor económico, como el pez espada o los atunes”, explica Liesbeth van der Meer, directora ejecutiva interina de Fundación Oceana.

Desde esta ONG, que promovió la ley contra el aleteo, explican que cada kilo de aleta de tiburón cuesta alrededor de 250 dólares y se exportan mayormente a China y Japón.

La captura de estas especies preocupa a los ambientalistas, ya que los tiburones son considerados depredadores topes y desempeñan un papel esencial en la cadena trófica, pero a la vez son vulnerables. “Los tiburones tienen un crecimiento muy lento, maduran tarde y tienen pocas crías, lo que los hace muy vulnerables a la sobrepesca. Es por esto que la cantidad de tiburones que encontramos en un ecosistema son un indicador de cuán sano este se encuentra”, agrega van der Meer.

Además del aleteo, otra de las amenazas es el alto nivel de pesca incidental de tiburones en algunas pesquerías, como la del pez espada, en donde de cada diez ejemplares capturados cinco son tiburones y no la especie objetiva.

Desde Estados Unidos, Maximiliano Bello, de la ONG Pew Charitable Trusts, explica que pese a que en China ha disminuido el consumo de aletas, el mercado sigue siendo atractivo por su precio. “El incentivo de un precio alto todavía sigue siendo un gran problema, por eso estamos haciendo un llamado a la Cites, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre, para que tome más medidas”, explica.

En Chile las aletas solo se pueden sacar si se demuestra que se ha capturado el animal completo. “Como su sucede en el norte de Chile, se usa la carne, la piel y las aletas se pueden exportar, pero hay que hacerle un seguimiento para saber que son de una extracción sustentable”, explica Bello, quien planteará la inquietud en la cumbre de Cites que se realizará en septiembre.

En Chile, desde 2009, se estableció una prohibición de captura permanente para el tiburón ballena, blanco y peregrino.
 
 
 
 
 
 

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